Pensar mucho las cosas
Muchas personas sienten que dedican mucho esfuerzo a pensar mucho las cosas.
Y esto realmente para muchos puede constituir un problema. Pensar mucho agota, especialmente cuando son pensamientos negativos. Además, estos pensamientos pueden afectar al estado de ánimo e incluso al comportamiento y las decisiones.
¿A qué me refiero con pensar mucho las cosas?
Cuando digo pensar mucho las cosas no me refiero a que no se piense sobre lo que afecta o sobre los temas que hay que solucionar. Pensar demasiado es cuando se piensa en algo demasiado o durante demasiado tiempo y dicho pensamiento atrapa. Dejarse atrapar por un pensamiento, cuando es fuerte, interrumpe nuestro día o durante varias horas y se interpone en lo que se queremos o debemos hacer. Pensar mucho las cosas o pensarlas demasiado lleva a interponerse en el funcionamiento eficiente y a pensar sobre el problema de forma que nos impide actuar en esa situación o bien ocuparnos de otras cosas. Lleva a exclusivamente preocuparse en lugar de ocuparse. Y lleva a la parálisis, al estrés, y a tener la mente fría para tomar decisiones adecuadas.
¿A dónde nos conduce pensar mucho las cosas?
Este pensamiento excesivo nos puede abocar a depresión, negatividad, insomnio, ansiedad y parálisis. Incluso puede desembocar en pérdida de amistades, aislamiento, e incluso abuso de sustancias.
¿Qué cosas pueden causar este pensamiento excesivo?
Algunos disparadores pueden ser:
Pensar y agobiarse por el futuro demasiado. Plantearse los peores escenarios posibles.
Pensar en algo que se dijo cuando no se debería haber dicho
Recordar un error
Tener pensamientos intrusivos constantes.
¿Por qué se piensa demasiado en todo?
Hay 2 tipos principales de pensamientos excesivos:
• Aquellos que recuerdan constantemente el pasado, repitiendo lo que pasó en el día o en un determinado momento, preocupado por lo que ocurrió o por lo que piensen de él.
• Aquellos que están constantemente preocupados por las circunstancias y el futuro. Anticipan las posibles dificultades de lo que puede venir. Incluso por las decisiones y cosas que tienen que tomar o hacer al día siguiente.
Ambos tipos de pensamientos se van acumulando en la cabeza, haciéndose una bola que finalmente está rebotando constantemente. Es decir, que está constantemente botando, rebotando y volviendo. Estos pensamientos negativos se van haciendo habituales y al final cambian la perspectiva de la vida, la forma de pensar e incluso nuestro propio autoconcepto. Así, podemos pensar a nivel genérico:
Con emociones negativas:
No valgo
Siempre tengo mala suerte
Solo me pasa a mi
Mi jefe no me valora, mis amigas no me quieren
Todos hablan de mi
Las bandas sonoras positivas o constructivas pueden ser:
Y con emociones positivas:
Tengo de todo
Tengo un estupendo trabajo
Mi familia y mis amigos me quieren
Me esfuerzo y lo hago lo mejor posible
¿Tus pensamientos y emociones son positivos o negativos?
Pues afortunadamente, cuando se tienen estas emociones y pensamientos negativos, se pueden cambiar en positivos.
Veamos los pasos para liberarse y controlar los pensamientos positivos:
Primer paso: Dejar libre al oso blanco
El profesor e investigador de la Universidad de Harvard, Daniel Wegner, realizó un experimento en el que pidió a un grupo de personas que hablaran sobre sus pensamientos al mismo tiempo que trataran de no pensar en un oso blanco. El resultado de la investigación fue que los participantes en el estudio recordaban el oso blanco en un promedio superior a una vez por minuto.
En dicho experimento se vio también que recordaban bastante más al oso blanco aquellos participantes a los que se les pidió que no lo recordaran, que a aquellos que no se les pidió. De hecho, es prácticamente imposible reprimir los pensamientos cuando intentamos hacerlo.
Por eso, para poder liberar los pensamientos no deseados lo primero que debemos hacer es prestarles atención hasta que “se deshinche el globo” Es decir, intentar concentrarnos en ellos durante un plazo de 5 a 10 minutos.
Cuando estos pensamientos estén interrelacionados, piense en todos y dese un poco más de tiempo, por ejemplo 10 minutos. Piense en profundidad en dichos temas, anlizando lo que pensamos, lo que sentimos, lo que nos preocupa que pueda pasar. Ponerse un temporizador es bueno para poder concentrarnos mejor en el tema. Una vez que la alarma suene o hayamos terminado, debemos ir a los siguientes pasos: siguientes pasos