Aprovechemos la oportunidad
Después de meses de pandemia, confinamiento, privación de libertades e incremento del control del gobierno y aumento de falta de transparencia, existe la sensación de hartazgo en gran parte de la población. Esto se ve reflejado en muchos movimientos de la población, como los jóvenes intentando recuperar su vida social y huyendo del hiper-control, el éxito de Ayuso en Madrid con la bandera de la libertad y otros indicadores que indican que la población está harta del exceso de intervencionismo.
Sin embargo también hemos visto que un Estado regulador es necesario, si bien alejado de la imagen de un líder único, cómo se está viendo en el caso de Pablo Iglesias o en las encuestas referidas al actual Presidente del Gobierno.
Además seguimos teniendo un problema de desigualdad, que lejos de resolverse podría incrementarse después de esta pandemia, con alta tasa de parados previsible y mayor concentración de riqueza en un número reducido de personas.
Pero sin embargo, el peligro de regulaciones basadas en la penalización de las empresas con incrementos de impuestos, endurecimiento de las leyes laborales y otros aumentos en los costes de producción pone en peligro la competitividad exterior de nuestras empresas y por tanto puede abocar a mayores niveles de pobreza en el interior del País.
Además tenemos una clase política instalada en la confrontación, en lugar de en la colaboración. Se pone por delante en general los intereses de los partidos y de la permanencia de sus líderes en el poder, frente a la población general y a los afiliados, que realmente no se merecen esta situación. Y digo en general, porque frente al blindaje que está realizando Pedro Sánchez dentro de su partido y en todas las instituciones, existen dos casos claros como los de Pablo Iglesias y Albert Rivera que han adoptado la postura contraria. Y este enfrentamiento político basado en unas ideologías caducas, llevan a la división y confrontación de la población, con términos como “progresista”, “fascista”, “independentista”, “las derechas”, “la ultra derecha”, “la ultra izquierda”, potenciados todos por el interés marketiniano de los políticos.
Esto me recuerda al famoso cuadro de Goya en el que se entierran los pies de dos personas para darse de palos sin que puedan huir, en el planteamiento de “yo hago daño aunque me hagan daño”, destrozándose los dos al final. Y de paso destrozan a todos los españoles.
Los españoles, los ciudadanos tenemos que recuperar el control de nuestro destino y el de nuestros hijos, huir de la confrontación artificial y falsa creada por las ideologías y los políticos y recuperar España para el bienestar de todos. Y políticos que no sean mentirosos, nos merecemos como ciudadanos que nos digan la verdad.
De hecho necesitamos recuperar un liberalismo social y económico, alejado de las ideologías antiguas basadas en la lucha de clases, que fomente la propiedad privada y las oportunidades de todos, pero con mecanismos sensatos de redistribución de los ingresos que ayuden a la disminución de las desigualdades.
Necesitamos una nueva generación de políticos que miren por el servicio a los demás, en vez de confrontar a la población para conservar el poder. Y deshacer el mito de que las primarias eligen el mejor candidato, cuando en realidad eligen al más popular sin que necesariamente sea el mejor preparado para gestionar.
Necesitamos un pacto por la educación duradero, basado en crear oportunidades para todos pero basado en el esfuerzo y no en la laxitud. Y sobre todo con una nueva conciencia social lejos de la confrontación ideológica de la lucha de clases o de las nuevas divisiones creadas para confrontar (territorios, condición sexual, partidos políticos, clases sociales, monarquía-república, independentistas…)
Necesitamos cuidar nuestro entorno, tanto ecológico como de bienestar, continuando con la tendencia emprendida por los jóvenes de disfrutar más con menos.
Necesitamos un funcionariado que como algunos cuerpos demuestran ya, se vuelquen en la ayuda al ciudadano en lugar de poner trabas administrativas, reduciendo la burocracia.
Necesitamos que las empresas promuevan empleo, compitiendo en el exterior, innovando y arriesgando y necesitamos remunerar a los empresarios que arriesgan sus bienes y los de su familia para que progresen ellos y sus empleados. Y para esto puede ayudar la digitalización de las empresas.
Necesitamos que las empresas continúen su labor iniciada de humanismo dentro de la empresa, desarrollando y profundizando más los programas como el “mejor sitio donde trabajar (best place to work)”, las metodologías de gestión ágiles que dan más responsabilidad y autonomía a los trabajadores, y aplanando las diferencias salariales. Este paso han de darlo las empresas por motivación propia, evitando los intervencionismos regulatorios que tanto daño causan a la competitividad.
Las empresas además de contribuir al desarrollo social y ecológico, tendrán que tomar partido también y empujar por un desarrollo político que consiga recuperar nuestro sistema actual cesarista, basado en la confrontación y en las ideologías.
Necesitamos considerar a los autónomos, fuente de gran riqueza de País, y a menudo en desventaja frente a la presión que ejercen sindicatos y organizaciones empresariales.
Estas y muchas cosas más las podremos conseguir en cuanto aceptemos el rol y la responsabilidad de todos, nos olvidemos de las confrontaciones manipuladas para dividirnos y construyamos yuntos, desde abajo, algo mejor. Empieza desde hoy mismo cerrando los oídos a la confrontación política y pensando en cómo tú, puedes ayudar.