Por qué argumentar no soluciona los conflictos.

Como regla general, argumentar no soluciona los conflictos. Normalmente, cuando existe un conflicto interpersonal, se suele argumentar en un intento de convencer a la otra parte de que se lleva la razón y así solucionar el conflicto a su favor. Con esta argumentación, por tanto, lo que se pretende es que la otra parte cambie de opinión y por tanto, llegar a un acuerdo que resuelva el conflicto. Sin embargo, esto no funciona. Ya John Kenneth Galbraith dijo: «Frente a una elección entre cambiar de opinión y demostrar que no hay necesidad de hacerlo, casi todos se ocupan demostrarlo».

Entonces, por qué argumentar no funciona

El razonamiento y la lógica no es lo que mueve principalmente al ser humano. Aunque los humanos necesitan tener un entorno razonable de la verdad y de lo que es lógico, esta veracidad no puede a menudo competir con otras necesidades humanas como pueden ser el ego o la necesidad de pertenencia a un grupo, entre otras.

Así la necesidad de pertenencia al grupo hace que las personas adopten subconscientemente como verdad cosas que no soportan la lógica con tal de pertenecer al grupo. Esto lo podemos observar mucho en las empresas y también en las discusiones políticas, en dónde se abrazan verdades falsas que no se sujetan racionalmente, con tal de dar la razón al partido político en el que las personas se enmarcan. Esto viene de que nuestra herencia genética hace que para nuestra supervivencia tengamos que estar vinculados con los demás, aceptando puntos de vista a menudo totalmente inasumibles con tal de ser aceptados por el grupo.

En esta situación hemos de entender que intentar solucionar el conflicto a base de la verdad, en base a argumentar,  no tiene muchas probabilidades de éxito. Especialmente si el grupo de pertenencia de la persona se puede enterar o está próximo a la conversación, se defenderán las falsas creencias, reforzándose aún más en su posición.

El ego

También el ego juega su rol en esta dificultad de atender a la razón. Una persona intenta ser coherente consigo misma y por esto, cuando otra persona le da razones que le pueden mostrar que estaba equivocado, se resistirá a ello fuertemente. Por tanto, la vía de argumentar también choca con esta necesidad del ser humano del reconocimiento por parte de los demás y de sí mismo.

Argumentar no hace cambiar de opinión

Argumentar para convencer a alguien de que cambie de opinión es al final un proceso en el que pedimos a una persona que renuncie a su grupo de pertenencia o a su propio ego. Y no podemos pretender, en la resolución de un conflicto, que la otra persona de prioridad a los argumentos frente a unas necesidades tan potentes como la pertenencia a un grupo o su propia autoestima.

La empatía si puede hacer cambiar de opinión

La manera por tanto de hacer cambiar de opinión a la otra parte en un conflicto tiene que ver con hacernos amigos de la otra persona o integrarla en un grupo. De esa forma aliviaremos el dolor de dejar de pertenecer a un grupo integrándole en otro grupo distinto. Por ejemplo en una discusión política sobre una persona de ideas más de “derecha” (pertenencia al grupo de la derecha) o más de “izquierda” (pertenencia al grupo de la izquierda), podemos crear un grupo que sería “los que piensan en la política con lógica”, lo que le permitiría a la otra persona aliviar el dolor de salir de un grupo entrando en otro. Por supuesto todo esto es subconsciente.

La proximidad personal también puede hacer cambiar de opinión

Ya Abraham Lincoln dijo en su día: “No me gusta ese hombre. Debo conocerlo mejor».

Conocer a las personas acorta distancias. Es por esto, que el trato, el contacto con las personas y la proximidad hace que las distancias tribales entre dos personas se reduzcan. Es decir, que cuanto más próxima se sienta una persona más se le comprende y acepta. De ahí que se busque oportunidades de generar dicha proximidad con comidas conjuntas, cafés compartidos, u otras actividades. En estas situaciones el objetivo no es argumentar, sino socializar primero.

Las creencias y valores comunes

Tenemos también mucha más facilidad de cambiar las opiniones de otra persona cuando compartimos muchas creencias o valores. Es decir, que cuando una persona siente que coincide en varias cosas, tiende a acordar con mucha más facilidad otras. Para esto la técnica de buscar puntos de coincidencia comunes será preceptivo antes de comenzar a argumentar en el conflicto.